El papel tiene forma de niña cuando entra en un estado de profunda nostalgia. No sólo pierde el sentido de levedad, sino toda intuición caligráfica. Y las palabras menos pronunciadas, construyen casitas invertebradas en los bordes de los libros, como únicos refugios.
La nostalgia del papel tiene un solo vestido: la invisibilidad absoluta de los rasgos en todo infante. Ni siquiera los espejos pueden evitar el sueño suicida de los cuerpos poéticos. Altas temperaturas acechan en los bosques de la imaginación, y un estado de inapetencia, convierten a estas siluetas en pequeñas aves sin rumbo. Al final del día, olvidan sus nombres.
A.I.
serie de 6 imágenes
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