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Teoría de una Catástrofe
A los fantasmas nos privan de la verdad.
Siendo niños, aprendemos a mirar en los espejos.
A transgredir la forma y a cultivar el deleite por la apariencia.
Sólo una vez hemos de confesarnos y ello será para mentir.
Nacerá así, una aversión religiosa.
Poseemos un secreto que no comprendemos.
Pero no somos víctimas de la incomprensión.
Todos los demás, en cambio, lo son de la nuestra.
Somos una complicidad entre el cielo y el infierno.
Nuestra presencia en el mundo es sospechosa.
Como un bosque que dramáticamente desaparece
para dar inicio a la teología de los insectos.
Estamos secretamente solos.
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